Al comenzar el tema conviene tener
presente lo que algunos estudiosos, frente a situaciones de “choque de
culturas”, han venido sosteniendo desde hace siglos: “antes de discutir,
pongámonos de acuerdo en los términos”.
Esto vale en especial para la
“negociación”, donde es fundamental tener en claro cada tema y llamar a las
cosas por su nombre, particularmente si se estuviera actuando en el plano de
las operaciones internacionales, donde la diferencia en cultura e idioma pueden
llegar a crear complejidades especiales.
Por “negociación” no nos referimos
simplemente a un forcejeo o regateo por lograr una mera ventaja en una
transacción (por ejemplo: discutir circunstancialmente por el precio o algún
otro factor aislado de la operación), sino al juego de diversas variables
(precio, cantidad, calidad, fecha de entrega y demás) que van dando lugar
a una ecuación o fórmula de conveniencia para una o más partes.
Es normal que la “negociación”
ocupe un espacio importante en nuestras vidas cotidianas, ya que estamos casi
permanentemente negociando en diversos sentidos (a veces hasta con nosotros
mismos o nuestra propia conciencia).
La “negociación” no nos presenta
una operación instantánea ni una transacción aislada, sino que representa una
secuencia de intercambios o aportes de pareceres sobre una cuestión
determinada, que tienen por objeto lograr un resultado decisorio (acuerdo,
desacuerdo, aprobación o rechazo). No necesariamente significa “discutir”.
No es solamente en el mundo de los
negocios que se “negocia”, ya que la “negociación” es un hecho socialmente
instalado y ocurre en todos los ámbitos que componen la vida de relación del
ser humano. Esto la convierte en un elemento corriente de la realidad social.
Aunque estamos negociando desde que
reclamamos nuestra mamadera o el juguete preferido, no siempre somos tan cuidadosos como para escoger el
tipo o estilo de “negociación” más adecuado a cada circunstancia. Quizá
elegimos el primero que funcionó o el que menos trabajo nos daba, sin medir
otras consecuencias secundarias.
Y aún cuando podamos determinar el
estilo idóneo de “negociación”, no siempre sabemos ser sistemáticos en las
etapas previas de preparación como para asegurar al máximo nuestra
actuación sobre bases de información confiable y rutas sin riesgo.
Tal vez, tampoco hemos podido
determinar con precisión qué querían nuestros interlocutores, desperdiciando
así la posibilidad de aprovechar la “negociación” para hallar el modo de
satisfacer la real necesidad de las distintas partes al tratar un tema
determinado.
Las personas tienden a apoyarse en su
temperamento o en el grado de seguridad que tienen sobre el tema para asumir el
estilo de “negociación” que mejor conforma su ánimo, aunque no es siempre
conveniente dejarse llevar solamente por estos factores.
La “negociación” requiere un cuidadoso
planteo de etapas, que se ordenan dentro de una estrategia y tácticas
determinadas, para incidir en los interlocutores de la manera deseada. Se debe
hacer una preparación adecuada mediante la búsqueda y análisis de la
información pertinente, una planificación de estrategias y tácticas, una
programación y ejecución del desarrollo y una evaluación permanente de la
operación para corregir y ajustar oportunamente las acciones.
Una “negociación” debe ser vista como
una actividad profesional, sin dejarse nunca llevar por el estado de ánimo, o
la apariencia y el proceder de las otras partes, ya que éstos son solamente
datos a tener en cuenta y no son factores ante los que debemos reaccionar.
Una de las cualidades esenciales del
buen negociador es la de poder mantener la calma y una estabilidad que no se
modifique a causa de las impaciencias, exabruptos o caprichos de los
interlocutores. De tal manera podrá tomar el control del curso de los
acontecimientos y aplicar las estrategias y tácticas ideadas por él sin las
tensiones y presiones que acarrean las conductas de la(s) otra(s) parte(s).
Ejemplos de la vida personal y
profesional
En cualquier curso sobre “negociación”
los docentes introducen a los temas concretos mediante la cita de ejemplos
personales o de la vida diaria.
Sin embargo, nada será más útil que los
recuerdos que cada uno pueda tener sobre situaciones vividas y experimentadas
respecto de la actividad de negociar.
Según hemos visto, la negociación es un
proceso social por darse en todos los ámbitos de nuestra existencia desde que
nacemos.
Por tal motivo veremos que negociar es
un ejercicio permanente de nuestra vida.
Por ejemplo, quizá todos hemos demorado
unos meses en “aprender a caminar” cuando niños. Luego de intentar varias veces
mantener un adecuado equilibrio sobre las piernas, habremos intentado con ayuda
o sin ella, avanzar moviendo una pierna a la
vez. Al final del proceso,
habremos descubierto que lo
habíamos logrado.
De la misma forma, los que “aprendimos
a andar en bicicleta” intentamos hasta descubrir que lo habíamos logrado.
Ahora bien, este “lo habíamos logrado”
puede interpretarse muy bien como que habíamos podido negociar favorablemente
con un oponente persistente, tenaz y que no da tregua: la fuerza de gravedad.
Es que mediante el equilibrio, el trabajo de nuestro cerebelo, del caracol
auditivo y de los numerosos músculos que dominan nuestras reacciones
posturales, hemos podido neutralizar la persistente atracción de la gravedad
que tiende a ponernos en contacto con al piso.
Cada uno de los lectores puede hallar
los ejemplos más convenientes en el plano de su vida personal y de sus
relaciones de actividad laboral o profesional. De este modo irán profundizando
en la comprensión del proceso de negociación y todas sus
variantes.
Etapas
Como hemos dicho, la negociación es un
proceso, lo cual implica que no se reduce a un acto o hecho instantáneo, sino
que se compone de pasos o secuencias que conducen a un resultado.
Tales etapas no son idénticas para cada
caso de negociación, aunque veremos al hablar de la planificación que se puede
generalizar un estilo de agrupamiento recomendable para encarar
profesionalmente la negociación, sin caer en descuidos u omisiones.
En lo fundamental debemos tener
presente que no debe encararse el proceso sin un análisis previo para tener en
claro el marco y las perspectivas respecto de las partes y del objeto de la
posible negociación.
Tipos de negociaciones: bilaterales,
multilaterales
Al hablar de negociar, estamos pensando
en la interacción mediante la comunicación con otros y no en la reflexión
personal que surge de la cavilación o meditación de las propias cuestiones,
como solemos hacerlo frente al espejo o en la soledad de nuestra preparación
para tomar una decisión.
Al hablar de comunicación se nos
presenta la posibilidad de tener al interlocutor como único, en cuyo caso
nuestro proceso será bilateral.
En cambio, si existen más de dos partes
en el proceso negociador, estaremos en presencia de un proceso multilateral,
con sus consecuentes mayores dificultades y complejidades para alcanzar
resultados compartidos.
El diagrama de comunicación aplicado al
proceso de negociación
Durante años hemos sido inducidos a
asimilar la idea del proceso de la comunicación, aunque no todos hemos podido
visualizar con claridad una aplicación práctica del esquema.
Recordemos que, básicamente, significa
que en un extremo tendremos un “emisor” y en el otro un “receptor”, conectados
por un medio que conduce un mensaje modulado por un elemento codificador en la
emisión y un decodificador en la recepción, Tal esquema incluye la posibilidad
de interferencias o “ruidos” en el proceso y contempla un mensaje de retorno
que se conoce como “retroalimentación” o “feedback”.
Este último, es de importancia crucial
para el buen negociador, ya que le irá indicando a cada paso el resultado de su
gestión.
De modo que el proceso de negociación
nos ofrece la posibilidad concreta de ver la aplicación del esquema de la
comunicación.
Medios de Comunicación, estilos,
mensajes y pautas culturales
La negociación nos parece natural en el
contacto personal, aunque también es posible efectuarla mediante la
comunicación a distancia, ya sea telefónica, telegráfica, por Internet o la que
se efectúa por los medios masivos (radio, televisión, videos o cinematógrafo)
entre los comunicadores sociales, los políticos u otros emisores y el público.
Cada medio exige un estilo especial y
el mensaje debe ser adecuado a los códigos y los públicos. Un especial cuidado
debe tenerse en lo que respecta a las diferencias de cultura, para evitar los
choques y desacuerdos. Es evidente que, aunque esto afecta en general a todos
los negociadores, serán los que actúen en el Comercio Internacional los que se
encuentren más expuestos a tal tema.
Definiciones
Es probable que en el sistema educativo
una persona llegue a cursar más de quince años aprendiendo a recitar
definiciones sobre el contenido de sus numerosas asignaturas de estudio, aunque
nunca un docente le haya hecho tomar conciencia sobre qué es una definición.
Partamos entonces de saber que una
definición debe ser el enunciado de los caracteres genéricos y diferenciales de
una cosa, es decir, la descripción inequívoca de esa misma cosa. Entonces, la
mención de la cosa por sus aspectos particulares la individualiza de tal modo
que si falta alguno de ellos podría tratarse de otra cosa.
Proceso
La actividad de
negociar, como vemos, es un proceso que consta de etapas y secuencias. No
consideramos negociar a una transacción individual o a una operación
instantánea en que no hay variables que poner en juego.
Pensamos que celebrar un contrato de
transporte es el resultado de una negociación, aunque nos pasamos la vida
celebrando contratos de transporte (colectivo, tren, subterráneo) sin siquiera
hablar sobre las cláusulas de tales convenios (son verdaderamente contratos de
adhesión).
Social
La negociación no ocurre solamente en
el ámbito comercial o industrial o académico. Tiene lugar en todos los ámbitos
de nuestra vida y desde nuestro nacimiento, por lo que podemos considerarla un
proceso social por excelencia.
Partes
El proceso social de negociación tiene lugar entre partes (bilateral o
multilateral), de modo que no se concibe si no existe más de un negociador,
salvo que éste esté “negociando” con su propia conciencia.
Intercambio
El modo de negociar consiste en alguna
forma de intercambio que realizan las partes para procurar persuadir, convencer
o vencer, según sea el caso o el estilo de la negociación.
Es decir que los negociadores se
dedican en este proceso a argüir o tratar con el otro o con los otros
negociadores.
Propuestas u Opciones
El contenido del intercambio entre las
partes es lo que proponen como opciones para satisfacer sus posturas o para
logras conformar los puntos de
interés delas partes, según la modalidad de la negociación.
Tema determinado
La negociación se centra sobre una
temática específica en cada caso y no es un intercambio difuso ni aleatorio como
una charla circunstancial.
Objetivo
Cada negociador procura lograr el
objetivo que su parte ambiciona, y lo hace siguiendo el estilo que más convenga
a la situación y al contexto.
De lo dicho, podemos construir una
sencilla definición de lo que es negociar, diciendo que:
Es un proceso social que ocurre entre
partes, mediante el intercambio de opciones o propuestas sobre un tema
determinado para lograr un objetivo previsto.
Negociación instintiva o racional
Hemos podido quizá reflexionar sobre
cómo aprendimos a negociar desde el momento mismo de nuestro nacimiento. Así
también hemos ido agregando datos a nuestro elenco de habilidades y de saberes
negociadores con el paso del tiempo y la mayor experiencia.
Si aceptamos que la conducta instintiva
es el comportamiento que viene organizado por la constitución genética,
podremos deducir que el comportamiento se fue creando en nosotros a partir de
una situación totalmente instintiva y sobre la base de “prueba y error” en cada
experiencia.
Las correcciones para “civilizar”
nuestra conducta humana han sido valoradas como aportes de la racionalidad
inteligente en relación con los impulsos instintivos.
De allí que el ser humano se ha
aplicado a pensar y calcular la manera más inteligente de analizar y enfrentar
determinados escollos en su actividad personal y laboral, poniendo en juego un
enfoque racional.
Pero estos antecedentes, aunque ayudan,
no bastan para desarrollar una negociación profesional.
Las conductas
Si observamos cuidadosamente cómo
suelen proceder los expertos, veremos que estudian en profundidad las
reacciones y anticipan las conductas probables de los otros negociadores sobre
la base del conocimiento de la naturaleza humana. Esto significa tratar de
comprender la conducta de las personas que representan a las partes, tratando
de determinar las características psicológicas de su accionar, incluyendo las
nociones de:
- Proyección:
atribuir las mismas motivaciones a la conducta ajena que a la nuestra. Se suele decir que “a otros valora el ladrón
según su propia condición.
- Racionalización:
interpretar los sucesos según lo más favorable o lo que menos nos arremete.
Puede tanto ser el engañarse para no sufrir (eso que no puedo obtener, me digo
que ya no lo deseo), como tratar de descollar en lo que no se me concede con
facilidad (desquitarse emocionalmente).
- Represión:
una forma de sanidad mental que nos hace “olvidar” lo que nos desagrada, o nos
hace recordarlo cuando ya es tarde.
- Reacción:
la actuación que algunos tienen en sentido exactamente contrario a los deseos
no aceptables que están reprimiendo (como un puritanismo exterior de los
inmorales o la mujer libertina o infiel que se esmera mucho por la limpieza de
su casa).
- Desplazamiento: es la manera de descargar sus
tensiones, ansiedades o rabia contra un objeto distinto del que lo provoca
(como el automovilista que se “descarga” con insultos contra otros porque se
peleó con su mujer o los hijos le han dado un disgusto).
- Emulación de un rol: la forma en que las personas actúan imitando
a las figuras que tienen como referentes de la función (su padre/madre, el
jefe, el crack deportivo), pudiendo también actuar a la inversa (mi padre me
prohibía mucho, por lo que yo a mis hijos les doy de todo lo que puedo).
- Conducta racional: es lo que nos lleva a pensar que la
conducta de otros es racional si coincide con lo que nosotros haríamos en
iguales circunstancias. Pero puede suceder que no conozcamos todas las causas o
que la actuación aparentemente “irracional” sea una maniobra engañosa
deliberada.
Desde las dos guerras mundiales del
siglo XX a esta parte, se viene estudiando la conducta humana desde varias
ópticas psicológicas, como el conductismo(que
el hombre, al igual que los animales, podía ser estudiado según sus actitudes
observables), la sicología
dinámica (que defendió la
consideración de los aspectos no observables emotivos y mentales), la psicología de la forma (Gestalt, con enfoques novedosos sobre la percepción de los objetos), o
la escuela psicoanalítica que considera la influencia del inconsciente y las pulsiones y tensiones de las personas (Jung, Adler y
Freud).
También han sido objeto de estudio los
hábitos desarrollados en las personas a partir de la repetición de conductas
frente a determinados estímulos.
El estilo clásico o tradicional de
negociar: competitivo
Cuando negociamos de la manera natural
que nos surge desde la cuna y que desarrollamos de manera práctica, estaremos
seguramente colocándonos en el esquema de negociación “clásico” o “tradicional”
que encara el proceso desde una actitud “competitiva”.
Esto ocurre porque los negociadores
asumen posturas enfrentadas, que los llevan a un tono
combativo, y por lo cual “se atrincheran” para eludir los ataques y responder a
las otras partes en procura de lograr un triunfo, como si negociar fuese una
guerra.
Estas son las características salientes
de este estilo, al que también se califica de “Win-Lose” (gana-pierde), dado
que significa la victoria para una parte y la derrota para la otra (u otras).
En este estilo es fácil detectar una
cantidad de factores que darán ventaja a quien los domine, como se verá más
adelante. Pero antes, debemos hacernos una pregunta básica.
El elemento clave en la negociación:
las personas
Desde muy pequeños hemos sabido que, si
queremos lograr un buen resultado, no de debe enviar a cualquiera a negociar.
Siempre se escoge al más apto, según sus características.
Tomemos el ejemplo de los niños que
jugarán a la pelota en el terreno baldío y tienen que decidir quiénes
integrarán cada equipo. Pues hasta donde yo he sabido, se decide a suertes
entre dos “capitanes”, quién de ellos dos comenzará a escoger a los que lo
acompañarán, eligiendo a cada uno alternadamente según su mérito, sus
capacidades y sus talentos deportivos. Este es un ejemplo de elegir a quienes
“negociarán” mejor deportivamente.
Y más allá, cuando la pelota ha ido a
parar a casa de la vecina enojada y harta de devolverla, habrá que decidir
quién irá a reclamarla. Yo he visto a grupos cometer el error de enviar a pedir
la pelota a quien la pateó en tal dirección, como castigo. Sin embargo, este es
un gran error, ya que las más de las veces éste vuelve sin la pelota y con una
negociación fracasada.
Lo inteligente será que no envíen ni al
más apocado, ni al más tímido. Tampoco escogerán al menos simpático o al corto
de palabras. Ni irá quizá el que no sea capaz de esbozar los argumentos que
puedan llegar a persuadir a la vecina airada.
Si la negociación fuese nada más que
una puja entre argumentaciones, sería práctico cargar las computadoras de las
partes con todos los datos e informaciones de cada caso, y dejarlas que
procesen todo, como lo hacen cuando juegan una partida de ajedrez. Pero no es
así con la negociación, porque ésta depende en gran medida de los factores adicionales
que solamente puede manejar una persona, tales como el sentimiento la
creatividad, el pálpito y el parecer.
Por perfecta que pueda ser la
programación de las computadoras, nunca podrán igualar al cerebro humano, que
se dice puede procesar cien mil pensamientos por segundo, y cuyas posibilidades
son inmensas, aún cuando no hayamos podido aún aprovechar más que un porcentaje
de su capacidad. Si el cerebro registra en un abrir y cerrar de ojos durante un
segundo cincuenta mil distintos datos visuales, sólo seremos conscientes de muy
pocos. Es real que aprovechamos una pequeñísima parte del potencial cerebral.
(*)Sobre un texto original del profesor David Lawes.
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